INGENIERÍA
GENÉTICA: EL DESAFÍO ACTUAL DE LA BIOÉTICA
Durante la última década, la
comunidad internacional se ha visto conmovida por los anuncios de
espectaculares avances en el campo de la biología molecular, centrados
substancialmente, en el ámbito de la genética. Lo que hasta entonces parecía
ser un territorio vedado al conocimiento del hombre "la clave del misterio
de la vida" comenzó a ser desentrañado.
Éstos promisorios avances de las
ciencias biológicas tomaron desprevenidas a las disciplinas del "debe
ser" y las enfrentaron, cruda e inesperadamente, a una serie de acuciantes
preguntas; y aunque esos interrogantes no configuran, en esencia, más que la
nueva formulación del ancestral dilema de los límites del obrar humano "si
deben existir y cuáles son", lo cierto es que la respuesta ética
resultante no ha alcanzado, hasta el presente, la profundidad, la amplitud y la
riqueza que el tema en estudio requiere. De más está decir que, ante la falta
de una estructura de Justificación ética coherente, la respuesta legal es
incompleta, irregular o directamente inexistente.
Éste panorama, trasladado al
ámbito de formación de la conciencia de la comunidad sobre tal problemática,
adquiere ribetes aún más alarmantes. El ciudadano medio sólo accede a noticias
defectuosamente elaboradas por los medios masivos de difusión, que se maneja
con base a dos premisas antagónicas: El milagro o el Apocalipsis, sin
dejar espacio para una aproximación racional al tema.
No es ajena a la confusión
reinante la falta de precisión o incluso, de conocimiento sobre el exacto
contenido de éstas nuevas prácticas científicas, sus alcances y sus
posibilidades reales.
En una práctica visión, es difícil
detectar que el discurso habitual confunde los procedimientos de Ingeniería
Genética con las prácticas terapéuticas destinadas a paliar la infertilidad.
Valga entonces precisar que la Ingeniería Genética comprende la totalidad de
las técnicas dirigidas a alterar o modificar el caudal hereditario de alguna
especie, ya sea con el fin de superar enfermedades de origen genético (terapia
genética) o con el objeto de producir modificaciones o transformaciones con
finalidad experimental, esto es, de lograr un individuo con características
hasta en ese momento inexistentes en la especie (manipulación genética).
Por su parte, la llamada
manipulación ginecológica abarca todos aquellos procedimientos médicos
destinados a la superación de la infertilidad mediante la concreción de la
fecundación por medios no naturales (inseminación artificial, fecundación in
vitro), lo que en modo alguno importa modificación del patrimonio genético.
En tanto la manipulación
ginecológica presenta como principales temas en conflictos los vinculados a las
técnicas mismas, pero
no así su objetivo "obtener descendencia para una pareja infértil”, en el
campo de la Ingeniería Genética se coloca bajo análisis su misma razón de ser;
esto es: ¿es lícito alterar el patrimonio genético de la humanidad?
Es más, mientras los
cuestionamientos a la fecundación asistida se limitan a su práctica en la
especie humana, quienes cuestionan los avances en Ingeniería Genética también
desaprueban lo que conlleva alteración del patrimonio genético de cualquier ser
viviente, aunque asignándole un menor grado de desvalor.
Cabe en este punto reflexionar
brevemente sobre el contenido y alcance de éstos procedimientos y básicamente,
acerca de sus reales posibilidades en un futuro próximo.
Cada ser humano cuenta con una
dotación de aproximadamente cien mil genes, ordenado de a pares, que son los
que le otorgan su carácter diferencial. A lo largo de su existencia
desarrollará parte de la información contenida en esos genes, pero lo que nunca
podrá lograr es que su organismo exprese una información ausente de su
cromosoma. El lenguaje en que tal información está escrita en el mismo para
todo ser viviente.
Dausset, Premio Nobel de Fisiología
y Medicina (1980), señalaba: "Es sólo el orden en que se suceden éstas
cuatro letras lo
que diferencia al rosal o al maíz de una bacteria, de un elefante o de un
hombre".
Dueños de éste conocimiento, dos
serían los caminos a recorrer por parte de los científicos:
a) Traducir la
totalidad de "la información contenida en el cromosoma de los distintos
seres vivientes, con miras a la concreción de una medicina predictiva y en un
futuro más lejano, a una terapia génica que reconstruya los cromosomas portadores
de graves dolencias.
b) Explorar la
posibilidad de que la información genética contenida en un organismo pudiere
ser insertada en otro que carezca de ella, aún atravesando la barrera de las
especies.
Análisis
premisa a:
En la primera línea de trabajo se encuentra
el proyecto HUGO, que comenzó oficialmente el 1 de octubre de 1990 en los
Estados Unidos de Norteamérica, cuyo objetivo es descifrar la información
contenida en cada uno de los genes que componen el cromosoma humano. Con igual
sentido, el 11 de junio de 1990, el consejo de Europa adoptó un programa
específico destinado al análisis de genoma, siendo ambas iniciativas
acompañadas por Japón, con su "programa científico de fronteras
humanas". Se fundamenta que la secuenciación completa del genoma "experiencia
de altísimo costo económico" permitirá un decisivo avance en las terapias
génicas, posibilitando una medicina predictiva que desterrará del planeta la
mayoría de las enfermedades conocidas.
Lamentablemente no se ha explicado
claramente cuál será el camino para alcanzar esa panacea. Es indudable que una
vez conocido el proyecto, se podrá conocer con un alto grado de certeza al
contenido del genoma de un individuo determinado: Sabremos si tiene propensión
a poseer ojos azules o castaños, si será alto o bajo, si tiene tendencia a
desarrollar diabetes o ciertos tipos de cáncer, si será portador del síndrome
de Down o del mal de Alzheimer, pero. ¿Cómo y quién va a manejar esa
información?
Si lo que se intenta es lograr una
humanidad "perfecta", parece claro que el camino más seguro es
difundir como único método válido de procreación la fecundación in vitro, que
permitirá manipular genéticamente los embriones extrauterinos eliminando la
dolencia que los afecta. De más está decir que ésta práctica "por el
momento, de concreción imposible" no es la alentada por los científicos
que ante un supuesto de anomalía severa de embrión sugieren, lisa y llanamente
su no implantación.
Surgen aquí grandes dilemas
éticos: ¿es válido descartar un embrión extrauterino porque presenta
información genética predictiva de una grave dolencia? ¿Qué grado de
importancia deberá revestir la enfermedad para justificar la no implantación
del embrión? Y, si la opción es modificar la dotación cromosómica del embrión,
¿pueden los científicos alterar el patrimonio genético de la especie humana,
ignorando las consecuencias finales de tal alteración? Recordemos que toda
manipulación realizada en los primeros días de evolución del embrión alcanzará
a todas sus células y se transmitirá indefectiblemente a su descendencia. A
partir de éste momento la mutación artificial y sus imprevisibles consecuencias
habrán quedado definitivamente integrada al recurso genético de la humanidad,
recurso que ha permanecido inalterado durante milenios, sólo sometido a las
modificaciones que la misma evolución le imponía, permitiendo al hombre
sobrevivir como especie y dominar el mundo.
Similares objeciones ofrece la
terapia genética que importe alteración del genoma, cuando la misma se realice
sobre las células germinales de un individuo.
Cabe señalar que el debate ético
sobre el punto recién se inicia. Con argumentos que minimizan los rasgos o
señalan que vale la pena correrlos, la postura favorable a la posibilidad de
alteración del genoma reivindica el derecho de la humanidad de dominar su
propio destino contribuyendo, por todos los medios a su alcance, a tratar de
mejorar su calidad de vida.
Los reparos expuestos a la
alteración de la composición cromosómica no impiden a los significativos logros
que indudablemente irrigará la secuenciación completa del genoma, en punto a
evitar el desarrollo de determinadas enfermedades, predispuestas genéticamente,
mediante la modificación de los hábitos o del medio ambiente de su portador.
Análisis premisa b:
Ésta línea de investigación, que
ya ha dado numerosos frutos es sin embargo, la más cercana a la ciencia
ficción.
Como ya señalamos, el lenguaje en
que está codificado el patrimonio hereditario de todo ser viviente es el mismo,
sólo varía la cantidad y la calidad de información contenida en cada genoma. A
partir de ésta premisa los científicos arreglaron la posibilidad de introducir
información genética de una especie en el cromosoma de otra, e intentar que
ésta última exprese con su propio organismo éstas instrucciones.
Más allá de la teoría, ésta
posibilidad recién pudo concretarse en el año 1972 a partir del descubrimiento
de ADN recombinante, por parte del Premio Nobel Paúl Berg.
Con ésta nueva biotecnología,
durante el año 1977 se logró transferir la síntesis química de un gen humano a
la bacteria Escherichia Coli. Ésta bacteria, con la información genética humana
incorporada a su genoma produjo la hormona somatostatina. En la actualidad son
numerosos los casos de producción de sustancias humanas mediante biotecnología,
resultando ejemplo suficiente la producción mediante este método de la insulina
y el interferón.
Ninguna objeción surge a primera
vista ante lo que luce como un importante avance de la ciencia, pero a poco que
nos detengamos en los procedimientos utilizados surgen los interrogantes en
punto a la circunstancia, innegable, que lo que se introduce en una bacteria
es, ni más ni menos, que parte del cromosoma humano.
A ello se le
suma que ésta técnica abre la puerta a posibilidades de experimentación mucho
más complejas y que pondrían en grave peligro tanto la dignidad como la
supervivencia de la especie humana. Al resultar viable alterar el genoma
introduciendo información genética de otras especies, ¿quién nos asegura que no
se intentará crear un individuo con la fuerza del chimpancé o la vista de un
lince?
También en éste campo la humanidad
puede verse afectada, ya no por medio de la manipulación directa sobre su
patrimonio genético, sino mediante la transformación genética de especies vegetales
fundamentales para su supervivencia o mediante la liberación irresponsable en
el medio ambiente de microorganismos mutados genéticamente.
El panorama es complejo y requiere
de una urgente reflexión bioética que sirva como faro para la elaboración de
normas que encaucen toda actividad hacia el objetivo supremo del bien común.
Éstas normas, por su parte, no pueden ser el producto de uno u otro grupo de
presión, sino de una maduración profunda y sabia sobre el tema, que reconozca
como antecedente el consenso de la comunidad, debidamente informada sobre los
postulados básicos que se intenta proteger.
Considero que el camino emprendido
no tiente retorno, resulta pueril pretender la eliminación de la biotecnología
en el mundo actual, pero resulta igualmente irresponsable cerrar los ojos ante
ésta realidad que nos supera, delegando en los científicos las decisiones que
debe tomar toda la comunidad.
La supervivencia de especie humana
y los derechos de todo hombre a ser único e irrepetible, a poseer un patrimonio
genético inviolable y a preservar la privacidad de ese patrimonio, son los
valores fundamentales que están en Juego.